viernes, 10 de octubre de 2014

SÍNODO: FAMILIA, HAY QUE LOGRAR TRANSMITIR LO QUE SABEMOS QUE ES VERDAD.

Auditores: Una mujer católica de Costa de Marfil casada con un musulmán y un matrimonio estadounidense dan testimonio en el Sínodo.
Por Maria Gabriella Filippi
FUENTE ZENIT.
"¿Cómo hicieron nuestros padres para vivir su realidad de pareja casada que nos ha acompañado a nosotros hasta el punto en el que estamos hoy, unidos también en un matrimonio en la fe?
Es la pregunta con la que los cónyuges Jeff y Alice Heinzen, estadounidense y comprometidos en el Instituto para el Matrimonio y la Vida Familiar de la diócesis de La Crosse, dieron su testimonio, durante la cuarta Congregación general del Sínodo extraordinario de la familia.
"Mi marido y yo nos hemos dado cuenta que nuestros padres han revelado en sus acciones cotidianas la imagen de Dios dentro del matrimonio y de la familia": así los dos cónyuges contaron los momentos compartidos dentro de sus familias, los recuerdos de la participación en las procesiones del Corpus Domini en sus barrios, la imagen del papá que por la mañana iba a misa antes de ir al trabajo, los rosarios juntos del mes de mayo.
"Recordamos los besos tierno que nuestros padres se intercambiaban frecuentemente, la oración  por la noche para invocar la bendición del Señor en toda la familia: y después nuestras madres que nos exhortaban a apartar algún dinero para ayudar a los que eran menos afortunados que nosotros".
"El testimonio de nuestros padres sobre la belleza del plan de Dios, ha sido fiel", admitieron los dos esposos mientras reflexionaron que en su experiencia pastoral conocen muchísimo jóvenes que no han experimentado nunca este amor de esposos, procediendo de situaciones de divorcio o habiendo nacido de embarazos extramatrimoniales.
Si, como afirmaba Juan Pablo II, el rol educativo de los padres es tan decisivo que nada podría reparar su fracaso, y las investigaciones científicas confirman que los niños que no han conocido un clima familiar de amor y de fe les costará creer en Dios y en el prójimo, la pregunta espontánea es: "¿cómo podrán estos niños crear uniones que duren toda la vida?"
El matrimonio Heinzen confirman que, al igual que en otras diócesis, también la suya ha sido testigo del descenso del número de los matrimonios y de los bautismos frente al aumento de las convivencias. Son innumerables los adultos divorciados que han entrado a formar parte de nuevas comunidades religiosas, puesto que no se sienten acogidos en la Iglesia católica.
"Por esto --dijeron los esposos-- estamos intentando encontrar medios más eficaces para compartir las bendiciones que el Señor da dentro de la realidad del matrimonio y de la familia". De hecho, para ellos no es una crisis de "verdad" la que caracteriza nuestro tiempo, sino una  "crisis de metodología": se trata de encontrar, como Iglesia, "el modo de transmitir de forma eficaz lo que ya sabemos que es verdad", de comenzar de nuevo a mostrar lo que "el matrimonio es, un don de Dios, no un institución hecha por las manos del hombre".
Es necesario examinar seriamente "cómo enseñamos a los niños la naturaleza de la sexualidad del hombre y la vocación al matrimonio". Además, "cuando hablamos de la llamada de Dios a servir, el matrimonio debería ser incluido en cada programa de discernimiento de las vocaciones". Estamos además llamados a preguntarnos cómo "cuidar a las parejas después del matrimonio para ayudarles a profundizar su relación". Los cónyuges han concluido el propio testimonio invitando a recordar cada vez más que "nada es imposible para Dios" y a tener confianza en que este Sínodo que, a través de la escucha del Espíritu Santo, podrá ser de ayuda a tantos maridos, mujeres y familias.
Durante la quinta Congregación general se escuchó el testimonio de una pareja interreligiosa
"Cincuenta dos años de vida juntos en la tolerancia, en el respeto recíproco de nuestro distinto credo religioso, en el apoyo del uno al otro, en la educación cristiana de nuestros hijos (todos bautizados en la iglesia, y esto con el acuerdo de mi marido). Todo esto acogiendo las alegrías recibidas por el Señor y conservando mucha esperanza en el medio de la dificultad".
Lo cuenta Jeannette Touré, presidenta nacional de la Asociación de Mujeres Católicas de la Costa de Marfil, casada con un musulmán. De esta unión han nacido cinco hijo y seis nietos a los cuales ellos "han inculcado el valor del respeto al otro en la diferencia, y a los cuales han transmitido la fe".
Ella cuenta así su experiencia del matrimonio pensando en el marido: "Gracias a mi marido, que ha aceptado que nuestros hijos fueran católicos. También ellos ahora se hacen portadores de la Buena noticia a las personas que están a su alrededor".
La familia a imagen y semejanza de Dios es por su propia naturaleza anunciadora del mensaje de salvación a través de su testimonio de vida, y lo es de forma muy concreta en la Costa de Marfil, como emerge de la palabra de la señora Tourè: "De forma particular la familia africana tiene el deber de testimoniar la propia fe en su contexto y en su comunidad: nuestra elección y nuestra decisión debe ayudar nuestra comunidad a conocer mejor a Dios y a amarlo".
Además, expresó su deseo de que los esposos vuelvan a la propia misión, recordando que la familia es "el único lugar en donde se pueda ser uno mismo,  sín máscara sin, ser juzgados. El lugar en el que se aprender a creer en sí mismo bajo la mirada amorosa y lúcida que los padres deberían tener sobre los propios hijos, el lugar donde se vive el amor en lo cotidiano, se escapa de la soledad, se aprende a compartir".
Para la construcción de una familia es necesario "lanzar un desafío al tiempo, para abrazar la decisión de vivir la fidelidad", es necesario "un pacto basado en un amor que no mira detrás y que se aferra a todos los instrumentos a disposición para permanecer fiel, dejando de pensar solo en la propia realización".

Las familias de contornos imprecisos donde cada uno hace lo que quiere no van muy lejos --según la señora Tauré-- ni las familias 'totalitarias', es decir los que se aíslan pensando que basta con sí mismo: 'se trata' de hacer lo contrario, de comprometerse con el servicio a la ciudad, de entrar en relación con Dios.

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