lunes, 21 de marzo de 2016

CELEBRACIÓN DIOCESANA POR LA VIDA.

En unos días vamos a celebrar la Solemnidad de la Encarnación del Señor, que al caer el 25 de marzo en Viernes Santo, la fiesta litúrgica se ha trasladado al lunes 4 de abril, día que se ha propuesto para celebrar la Jornada de la Vida que este año lleva por lema “Cuidar la vida, sembrar la esperanza”, aunque nosotros ya la teníamos programada desde principio de curso para la tarde del 12 de marzo.



Fue una tarde para admirarnos de la belleza de cada criatura, de cada hermano y hermana que teníamos a nuestro lado, bellos regalos de Dios. Celebrar la Jornada de la Vida, sigue siendo una oportunidad más para reconocer la misericordia de Dios en todo lo creado.
La tarde comenzó temprano, con los ensayos de la primera parte. El Rosario por la Vida que lo iban a rezar las familias de Hogares Nuevos, lo animaban los más jóvenes representando las escenas que íbamos a meditar.



Era fácil entender el lema de la Jornada de esta año, pues el altar de Inmaculada Niña estaba repleto de vida, no solo por las juventud de sus protagonistas, también por las ganas de participar con el canto, con las lecturas, con el rezo… realmente viendo tanta vida era abrir de par en par las puertas a la esperanza con el rezo del Rosario Misionero.
La Eucaristía celebrada a continuación fue presidida por el Delegado Episcopal D. Manuel Reyes Ruíz, concelebrando el Párroco de Inmaculada Niña D. José Antonio Cantos Fernández y animada con los canto del coro parroquial.

D. Manuel Reyes recordaba en su homilía las realidades que nos convocaban esa tarde: el quinto domingo de cuaresma, la vida del seminario y la jornada por la vida, haciéndonos ver la íntima relación que tienen entre ellas. Refiriéndose a la vida, en un momento de la Eucaristía nos decía: “… defender la vida de los no nacidos o defender la vida de los enfermos en la última etapa de la vida, sino también comprometernos en la defensa de la vida, comprometernos en el amor al prójimo: que es amar a los que sufren, amar a los desheredados, amar a los que están solos… es decir, el camino del amor en nombre de Dios y de la misericordia de Dios es el camino que cada uno de nosotros tenemos que seguir…”



En la Eucaristía participaron el Movimiento Familiar Cristiano y Familias Nuevas de los Focolares, además de Hogares Nuevos que habían animado el rezo del Rosario.

Nos despedíamos con la alegría de haber vivido juntos por la vida, había sido una oportunidad de “cuidar la vida sembrando la esperanza”.

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