sábado, 9 de septiembre de 2017

"AMOR HUMANO, MATRIMONIO Y FAMILIA" RETOMA SUS CLASES CON UNA LECTURA COMENTADA DE LA "AMORIS LAETITIA" DEL PAPA.

La primera de las clases en este cuatrimestre de otoño del curso, que se retoma mañana, estará a cargo del Vicario General D. Francisco Javier Espigares. 
El curso “Amor humano, matrimonio y familia”, puesto en marcha por el Arzobispado de Granada a través de la Pastoral diocesana de familia, retoma mañana sábado la formación de sus alumnos.
La formación en este cuatrimestre de otoño se inicia con una lectura comentada de los dos primeros capítulos de la exhortación post-sinodal del Papa Francisco “Amoris Laetitia”, que estará a cargo del Vicario General y párroco en Deifontes, D. Francisco Javier Espigares Flores, y sobre la que volverá a profundizarse en la jornada del mes de diciembre.


Las clases, como el curso pasado, se llevarán a cabo en el Centro de Estudios Superiores “La Inmaculada”, y continuarán abordando distintos aspectos del matrimonio, la familia, los hijos y las relaciones humanas desde la vida cristiana.
Durante este cuatrimestre también se abordarán en las clases aspectos tan importantes para la familia como la adopción y acogida de menores, sobre las que se hablará de la grandeza en la acogida con el corazón. La orientación familiar y clases de cristología, que abordarán el tema de Cristo Esposo y el del ser como imagen y semejanza del Dios Trino, son otras de las sesiones formativas que se ofrecerán este curso.
El curso va dirigido a adultos que van a trabajar en el acompañamiento a las familias en las parroquias o en sus movimientos apostólicos. De igual modo, va dirigido a adultos que quieran iniciar este camino de la familia en la realidad del amor humano, matrimonio y familia según el sentir de la Iglesia, de tal forma que posteriormente pueda ofrecer lo aprendido en su realidad parroquial, movimiento e incluso para los proyectos de la Delegación Familiar.
Es un curso cíclico, por lo que las personas interesadas pueden inscribirse en el momento que lo deseen, concluyéndolo en el momento de la programación formativa en el que lo iniciaron. A lo largo del curso, las clases se completan con seminarios y actividades complementarias.

Para más información para participar en el curso y formalizar la inscripción, las personas interesadas puede contactar en el correo electrónico cursoamorhumano@gmail.com

viernes, 1 de septiembre de 2017

PALABRA DE VIDA SEPTIEMBRE DE 2017.

«Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame» (Mt 16, 24).
Jesús está en la plenitud de su vida pública, en medio de su anuncio de que el Reino de Dios está cerca, y se prepara para ir a Jerusalén. Sus discípulos, que han intuido la grandeza de su misión y han reconocido en ÉI al Enviado de Dios que todo el pueblo de Israel aguardaba, esperan por fin liberarse del poder de Roma y ver el alba de un mundo mejor, portador de paz y prosperidad.
Pero Jesús no quiere alimentar esas ilusiones; dice claramente que su viaje hacia Jerusalén no lo llevará al triunfo, sino más bien al rechazo, al sufrimiento y a la muerte; revela también que al tercer día resucitará. Son palabras tan difíciles de entender y de aceptar que Pedro reacciona y muestra su rechazo a un proyecto tan absurdo; incluso intenta disuadir a Jesús.
Después de una seria regañina a Pedro, Jesús se dirige a todos los discípulos con una invitación desconcertante:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame».
Con estas palabras, ¿qué les pide Jesús a sus discípulos de ayer y de hoy? ¿Quiere que nos despreciemos a nosotros mismos, que nos volquemos todos en una vida ascética? ¿Nos pide que busquemos el sufrimiento para ser más gratos a Dios?
Esta Palabra nos exhorta más bien a seguir los pasos de Jesús acogiendo los valores y exigencias del Evangelio para parecernos cada vez más a Él. Lo cual significa vivir con plenitud la vida entera, como hizo Él, incluso cuando aparece en el camino la sombra de la cruz.
«Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame».

La imagen es de Fano
No podemos negarlo: cada uno tiene su cruz. El dolor, con sus variadas caras, forma parte de la vida humana, pero nos parece incomprensible, contrario a nuestro deseo de felicidad. Pero ahí es precisamente donde Jesús nos enseña a descubrir una luz inesperada. Como sucede cuando, al entrar en algunas iglesias, descubrimos lo maravillosas y luminosas que son sus vidrieras, que desde fuera parecían oscuras y sin belleza.
Si queremos seguirlo, Jesús nos pide que trastoquemos completamente nuestros valores, quitándonos nosotros del centro del mundo y rechazando la lógica de buscar el interés personal. Nos propone que prestemos más atención a las necesidades de los demás que a las nuestras; que usemos nuestras energías para hacer felices a los demás, como Él, que no perdió ocasión de consolar y dar esperanza a aquellos con quienes se encontraba. Y por este camino de liberación del egoísmo podemos comenzar a crecer en humanidad, a conquistar la libertad que realiza plenamente nuestra personalidad.
«Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame».
Jesús nos invita a ser testigos del Evangelio aun cuando esta fidelidad sea puesta a prueba por pequeñas o grandes incomprensiones del entorno social en que vivimos. Jesús está con nosotros, y quiere que nos juguemos la vida con Él por el ideal más atrevido: la fraternidad universal, la civilización del amor.
Esta radicalidad en el amor es una exigencia profunda del corazón humano, tal como atestiguan personalidades de tradiciones religiosas no cristianas que han seguido la voz de la conciencia hasta el fondo. Escribe Gandhi: «Si alguien me matase y yo muriese con una oración por mi asesino en los labios y el recuerdo de Dios y la consciencia de su viva presencia en el santuario de mi corazón, solo entonces se podrá decir que poseo la no-violencia de los fuertes».
Chiara Lubich encontró en el misterio de Jesús crucificado y abandonado la medicina para sanar cualquier herida personal y cualquier desunidad entre personas, grupos y pueblos, y compartió con muchos este descubrimiento. En 2007, con ocasión de un congreso de movimientos y comunidades de distintas Iglesias en Stuttgart (Alemania), escribió:
«También cada uno de nosotros sufre en la vida dolores por lo menos un poco semejantes a los de Él. [...] Cuando sentimos [...] estos dolores, acordémonos de Él, que los hizo suyos: son poco menos que una presencia de Él, un modo de participar en su dolor. Hagamos como Jesús, que no permaneció petrificado, sino que añadió a ese grito las palabras: "Padre, en tus manos pongo mi espíritu" (Lc 23, 46) Y volvió a abandonarse en el Padre.
Como Él, también nosotros podemos ir más allá del dolor y superar la prueba diciéndole: "En ella te amo a ti, Jesús abandonado; te amo a ti, me recuerda a ti, es una expresión de ti, un rostro tuyo”. Y si en el momento siguiente nos lanzamos a amar al hermano y a la hermana y a hacer lo que Dios quiere, la mayoría de las veces experimentamos que el dolor se transforma en alegría [...]. Los pequeños grupos en que vivimos [...] pueden conocer pequeñas o grandes divisiones. También en ese dolor podemos ver su rostro, superar ese dolor en nosotros y hacer lo que sea con tal de recomponer la fraternidad con los demás. [...] La cultura de la comunión tiene como camino y modelo a Jesús crucificado y abandonado».

LETlZIA MAGRI 

INTENCIÓN DE ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO PARA SEPTIEMBRE DE 2017.

“Por nuestras parroquias, para que, animadas por un espíritu misionero, sean lugares de transmisión de la fe y testimonio de la caridad”.